En esta época del año, muchos pacientes me preguntan si pueden utilizar el
fotoprotector que conservan del año anterior. Por este motivo, hoy voy a hablar
en este artículo de la fecha de caducidad de los cosméticos.
Hace unos años,
cada país tenía su propia regulación sobre la caducidad de los tratamientos. A
partir del 11 de marzo de 2005, la Unión Europea estableció por ley una
normativa común para regular este aspecto. Según esa normativa, los cosméticos
que tienen una caducidad superior a los 30 meses no tienen obligación de
indicar una fecha de caducidad, pero sí el período máximo de consumo
recomendado una vez abierto. El nombre de este etiquetado es PAO (période après ouverture: período después
de la apertura). Consiste en el símbolo de un tarro abierto con una M precedida
de un número, que indica los meses que podemos utilizar el producto en
perfectas condiciones a partir de la apertura del envase. La fecha de caducidad en cambio se refiere a
la fecha en que el producto pierde sus propiedades y no debe utilizarse aunque
el envase esté intacto.
Hay muchas diferencias de unas marcas a otras, de modo que algunas, si el
producto tiene una vida útil mayor a 30 meses se atienen a la normativa y no
indican fecha de caducidad; otras en cambio indican la fecha de caducidad en
todos los casos. Más allá de la fecha de consumo recomendado no se puede asegurar el buen
estado del producto, ya que puede verse alterada su composición.
En cuando a la PAO, indicada como hemos dicho con un tarro abierto, la
Agencia del Medicamento exime de indicar la misma a los productos monodosis (ya
que están cerrados hasta su consumo), los aerosoles (porque nunca están en
contacto con el ambiente), los productos con caducidad inferior a los 30 meses
(porque ya llevan una fecha), aquellos en los que no existe riesgo de
deterioro, y la nutricosmética (porque se rige por la normativa de los
productos alimenticios).
Hay que recordar que un cosmético es como un medicamento, ya que está en
contacto con la piel, que es un órgano, más concretamente el órgano más extenso
de nuestro cuerpo.
Especialmente no se debe escatimar en el caso de los protectores solares,
ya que para conseguir su amplio espectro de acción, frente a los UVA, UVB e
infrarrojos, están formados por una combinación de multiples sustancias, lo que
los hace más inestables y más fáciles de degradarse. Recodemos que el mejor
tratamiento antienvejecimiento es usar un buen fotoprotector en el rostro tanto
en verano como en invierno.
Dr. F.J. Martín Gutiérrez www.adermis.es
Dr. F.J. Martín Gutiérrez www.adermis.es
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